Una vez acababa de llenar combustible a mi auto, cuando alguien me llamó a mi celular. Era un amigo, que me dijo que estaba más o menos a 2 km. de donde yo me encontraba, y que su auto se había detenido por falta de combustible. Él no pudo llegar a tiempo a la gasolinera (la misma donde yo estaba).
Me preguntó si podía ayudarle; inmediatamente respondí que sí. Sin decirle dónde me encontraba, me detuve nuevamente y compré un galón de 5 litros de combustible y fui a su encuentro
Al verme llegar tan rápido se sorprendió, casi se conmovió, porque ya era de noche y se había quedado en un camino oscuro y peligroso.
Él había pedido a Dios que lo ayude, y sin saber por qué, me llamó a mí.
Podríamos pensar que fue una simple coincidencia, pero para mí, y especialmente para él, fui un instrumento de la Divina Providencia.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento