Tener esperanza requiere acción y no pasividad, requiere recomenzar con nuevo entusiasmo cada día.
Un atleta tiene la esperanza de un día subir al podio, por eso entrena con empeño sin perder de vista su objetivo.
El que tiene esperanza tiene una meta y se esfuerza para alcanzarla. El empeño es nuestra parte, la esperanza es un don de Dios, que se convierte en certeza con la fe y se fortalece con la caridad.
Tener esperanza no es depender de la suerte, es comprometerse con el amor y seguir adelante confiando y esperando solo en Dios.
Que nuestra esperanza tenga como fundamento la fe, y el amor como pilar que la sustenta.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Deseamos cada día "lo mejor" para nosotros y para nuestro mundo. Pero "eso mejor" será siempre "que venga el Reino de Dios". Por muy mal que vayan las cosas, solo Dios es el centro y "la plena satisfacción de todos nuestros deseos". (P.M.)