Hay tres modos de enfrentar nuestras necesidades: rebelándonos porque no podemos satisfacerlas; con resignación y sin el valor de hacer nuestra parte; o aceptándolas, pero confiados de que Dios sabe todo lo que necesitamos.
La rebelión es como luchar en medio de las espinas. Buscando alguien a quien culpar, sin encontrarlo, culpamos a Dios.
La resignación es entregarse a lo inevitable, sin el coraje de reaccionar.
La aceptación es ir al encuentro de nuestras necesidades de modo propositivo. Cultivar en nosotros la perseverancia y mantenerse de pie. No quedarse inmóvil delante de una dificultad, al contrario ir más allá de ella.
El sufrimiento frente a una necesidad, nos hace madurar espiritualmente: podemos perder todo, menos la luz que viene del amor, porque la fe probada estabiliza el alma en Dios.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
No para dejar de hacer lo que nos corresponda a nosotros, sino para sentirnos, siempre y en todo, "mirados" por un Padre. Son sus manos "como un techo que nos protege" y da seguridad; manos que, incluso "cuando corrigen, acarician". (P.M.)