Si podemos dar este importante paso de confiar en Dios ante todo, nunca tendremos falsas esperanzas.
Nuestra parte debe hacerse siempre. Sin embargo, la seguridad del éxito radica en la fe que va más allá de las capacidades humanas, asociada a una buena dosis de humildad.
La preparación y capacitación son fundamentales para el éxito, pero la entrega total en las manos de Dios anticipa la meta como certeza de que se hará lo mejor, aunque no sea lo que inicialmente idealizamos.
La vida, los proyectos y el trabajo cotidiano: entregar todo en sus manos para que Él haga una obra maestra de nuestra poca capacidad, una victoria verdadera de nuestros límites y que en las decisiones difíciles tengamos una fe autentica.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¡Ojalá "compañeros de viaje" nos ayuden siempre a iluminar el camino! De todos modos, basta decirle a Dios con desprendimiento: decido esto porque creo que es lo que me conviene y a ti te agrada; si no es así, házmelo entender. (P.M.)