Esta competencia que podemos hacer hoy, no sería tanto para ver quien ama más a los demás, sino, para ver quien ama más uno al otro. Lógicamente, el amor recíproco aumentado entre nosotros, supera nuestras relaciones y llega a todos los que nos rodean.
Imaginemos cómo debe haber sido este tipo de competencia en la casa de Nazaret, entre Jesús, María y José. ¡Debe haber sido algo extraordinario!
Con esta hermosa fantasía en nuestras mentes, comencemos el día compitiendo con quienes convivimos en el día a día: en casa, en el trabajo, en la escuela y con los amigos.
Estoy seguro que esta competencia tendrá un resultado emocionante: todos seremos vencedores.
El trofeo y el triunfo serán ofrecidos, por todos, a Dios presente en medio nuestro.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¡Qué atmósfera tan saludable se respira donde (familia, comunidad, lugar de trabajo...) todos están en la disposición de servir y acoger y amar! Es sábado. Que la Madre del cielo aleje de nosotros las caras largas y nos contagie la ternura. (P.M.)