Se refiere al peligro que todos tenemos de vivir "a la carrera", maquinalmente, y la necesidad de detenernos a pensar, dar sentido a nuestras acciones y vivir bajo la mirada de Dios. ¡De cuántos errores nos libraría la conciencia de esa mirada! (P.M.)
La prisa y la falta de tiempo pueden dominar nuestra voluntad, y así dejamos tras de nosotros un rastro de imperfecciones.
El mejor modo de hacer las cosas es haciéndolas una a la vez, viviendo intensamente el momento presente. De esta manera, nos acercamos lo más posible a la perfección.
De la misma forma podemos actuar con las personas. Cada prójimo es único y aquel momento en que él está delante de nosotros es la única oportunidad que tenemos para amarlo.
Detenerse con alguien no es pérdida de tiempo, es tiempo ganado, es amistad construida, es testimonio de fraternidad.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento