"Como el barro en manos del Alfarero". Fuimos obra de Dios al crearnos, y lo seguimos siendo si se lo permitimos. Dios nos trabaja. Esto que parece pasividad es la actividad más eficiente, nuestra profunda fuente de equilibrio y sosiego. (P.M.)
Hay una comprensión equivocada de la voluntad de Dios, que está asociada a prohibiciones. Es decir, hacer la voluntad de Dios significa que “no puedo” hacer esto o aquello.
La voluntad de Dios es una sola: amar. Y cuando amo, lógicamente, no peco. Porque amar es servicio y servicio es amor.
Para permanecer en la voluntad de Dios, tengo que adherirme con mi voluntad y con mi total libertad. Yo quiero: esta es mi voluntad; y yo puedo: esta es mi libertad.
Lo que realmente me une a Dios y me hace permanecer en su voluntad es el amor. Cuando yo amo, todo adquiere un nuevo sentido, incluso mi oración.
Por lo tanto, permanecer en el amor significa permanecer en la voluntad de Dios.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento