No se puede vivir solo "de tejas abajo". Hay en nosotros un deseo de infinito que pide oxigenarnos de vez en cuando en esa "alta montaña" que es la presencia de Dios en nuestro corazón. Requiere un acto de coraje, sí, pero vale la pena. (P.M.)
En la oración podemos alabar, agradecer, pedir perdón y pedir gracias. Puede ser espontánea o hecha a través de fórmulas como el Padre Nuestro que el mismo Jesús nos enseñó.
Los pedidos no deben ser tratos, sino solamente el deseo de que la gracia de Dios nos alcance y que se haga su voluntad.
Podemos interceder por otra persona pidiendo por sus necesidades.
La oración tiene un gran poder cuando se hace con fe, porque Dios no le da tanta importancia a las palabras, sino que ve el corazón y la fe de quien se dirige a Él.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
"No podemos prescindir de la oración. No podemos vivir sin respirar, y la oración es el aliento del alma, la expresión de nuestro amor a Dios. Después de tales momentos de recogimiento con Él, momentos de comunión y amor, saldremos refrescados y preparados para afrontar nuestro día a día con nuevas fuerzas y confianza, y nos ayudará también a construir una relación más auténtica con los demás y con el mundo”.
Chiara Lubich
Palabra de vida - febrero de 2006