Aunque nuestra fe en Dios, tímida, prefiera a veces permanecer escondida y sobreentendida, cuánta luz y fuerza, en cambio, nos da declararle explícitamente a Dios esa fe, y repetirle: "Tú eres mi Dios; no hay bien para mí fuera de ti". (P.M.)
Con la frase de hoy, podemos formular una pequeña oración, como si estuviésemos hablando con el mismo Dios y repetirla muchas veces en el día: “Tu eres, Señor, mi único bien.”
Teresa de Lisieux decía que es mejor hablar con Dios que hablar de Dios.
Pues bien, hoy tratemos de hablar con Dios antes de cualquier actividad, antes de cualquier decisión. Hagamos esta pequeña oración y entreguemos todo en sus manos.
Tener a Dios como único bien significa poseer la mayor riqueza que pueda existir, porque significa vivir en la plenitud de su amor.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento