¿Por qué costará tanto hablar entre nosotros de Dios, de nuestra fe, de la propia vida interior? Ese falso pudor -contagio del ateísmo práctico que vivimos- priva nuestra convivencia de su más profunda riqueza. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Compartir nuestras experiencias de la Palabra: cómo la entendemos y cómo la vivimos; compartir nuestra comprensión de las cosas de Dios, la iluminación que proviene del Espíritu Santo, sus dones.
La comunión fraterna es una de las primeras cosas que sentimos el deseo de lograr cuando vivimos en comunidad. No sólo una comunión de bienes materiales, sino también los bienes espirituales.
Cuando compartimos nuestras riquezas interiores, ellas se convierten en patrimonio de todos; y cuanto más las damos, más se multiplican dentro de nosotros y a nuestro alrededor.
Todas nuestras riquezas interiores y experiencias de la Palabra deben compartirse para el bien de todos.
“Hagan, pues, que brille su luz ante los hombres; que vean estas buenas obras, y por ello den gloria al Padre de ustedes que está en los Cielos. (Mt. 5,16)
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento