Si para una madre, un padre lo primero son sus hijos, y más si son débiles o sufren ¿va a ser distinto para Dios? Que ese sentir primero del Padre del cielo inspire y llene de sentido lo que vivo, sufro, amo y rezo en cada momento. (P.M.)
La fraternidad debe ser una realidad en mi corazón. Debo ir más allá de todas las diferencias, superando barreras culturales, religiosas, ideológicas, para construir a mi alrededor un mundo más fraterno.
La fraternidad comienza conmigo cuando realmente me siento hermano de todos los pueblos de la tierra; hermano de todas las personas que encuentro durante el día.
Tener una actitud fraterna significa ponerse al servicio.
Debo tomar la iniciativa de vivir por la fraternidad universal, para que ella exista, ante todo, dentro de mí.
Cuando durante el día trato a todos como hermanos y hermanas, al hacer mis oraciones antes de irme a dormir, siento que las palabras de la oración que Jesús nos enseñó son verdaderas: Padre nuestro que estás en los cielos...
No todos tienen esta conciencia, pero si ella existe en mi corazón, doy testimonio de que la fraternidad universal puede comenzar por mí.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento