Confiar en alguien es tenderle la mano, y en eso no nos equivocamos. ¿No es la unidad entre nosotros la aspiración más grande de Dios? Pues de Él nos fiamos. Se equivoca quien rechaza la mano o defrauda luego esa confianza. (Padre Manolo Morales o.s.a.).
Vale la pena confiar y creer en la sinceridad del otro, sobre todo cuando él busca vivir en el amor.
Evitemos juzgar sin piedad a un hermano que ha cometido errores y ahora intenta mejorar.
Creemos en el Espíritu Santo, que es capaz de inspirar amor en un corazón, por muy brutalizado que esté por el odio, la envidia y la codicia.
Confiemos ante todo en el Espíritu Santo, ya que Él puede transformar a las personas, empezando por nosotros.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento