A veces, puede que ni siquiera sintamos la necesidad de orar, o nuestra oración podría ser vacía e infructuosa porque nuestro amor por Dios es demasiado débil. En cambio, Jesús quiere que nuestras oraciones vengan de nuestro corazón, en un diálogo íntimo y personal con el Padre. Una buena manera de hacer esto es amar a todos nuestros hermanos y hermanas, viendo a Jesús en ellos. De hecho, el amor por Dios y el amor por los demás están conectados. Cuanto más crece uno, el otro crece. Cuanto más crece nuestro amor por los demás, más profundo es nuestro amor por Dios. Es una experiencia que todos podemos tener. Chiara Lubich
El deber de amarnos mutuamente es una "asignatura" que nunca terminaré de aprender. Porque no es mi satisfacción de amar lo que cuenta, sino la oportunidad, la delicadeza, y entender cómo cada persona se siente amada. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
El amor más visible que existe es el amor recíproco. Pero, no es un amor cualquiera, es un amor concreto que se ve en acciones y no sólo en palabras.
Es un amor que es sinónimo de compañerismo, solidaridad y entrega sin límites.
Es un amor que va más allá de los vínculos afectivos y tiene su motivación en el Mandamiento Nuevo de Jesús, pues su medida es la misma con la que Él nos amó.
Cuando dos o más personas se aman de esta manera, este amor se hace visible, se convierte en testimonio vivo.
Este amor visible es el distintivo de los verdaderos cristianos, pues son reconocidos por medio de él.
“En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros” (Jn. 13,35)
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
