"La naturaleza está apoyada por una especie de evangelio; todo es sostenido por Dios. Comprendido esto, la naturaleza adquiere un enorme valor: la dignidad de un hijo de Dios. Ya no es simplemente la naturaleza misma, una pobre pequeña hoja de hierba o una pequeña flor o esto o aquello y debemos tener cuidado al tocarlos, al mirarlos; debemos verlos como criaturas del mismo Creador, del Aquel que nos creó. ”
Chiara Lubich
Respeto de silencio, atención y detenimiento. Porque habla en ella el Creador "que vive entre nosotros y en lo que nos rodea", y no podré escucharle en las prisas, la distracción y el ruido. ¡Cuánta armonía interior regala esa escucha! (Padre Manolo Morales o.s.a.)
La naturaleza tiene su propio lenguaje y se comunica de manera muy elocuente. Somos nosotros los que a veces nos quedamos ciegos y sordos y no entendemos su comunicación.
Ella pronuncia palabras delicadas a través de la sencillez de una flor, se vuelve ruidosa con la lluvia, nos acaricia con la ligereza de la brisa o nos calienta e ilumina con los rayos del sol. Embriaga nuestra alma con la claridad de la luna y canta melodías sublimes con el ruido del mar y de las cascadas.
Nos encanta con sus colores y perfumes. Nos alimenta, nos viste y también nos cura.
La naturaleza ama siempre, pero también llora por el sufrimiento que le causamos cuando no respetamos sus reglas.
Si miramos de cerca, incluso las catástrofes naturales forman parte de un funcionamiento orgánico y armonioso, que a veces nos ataca, especialmente cuando nos ponemos en su camino de manera irresponsable.
Escuchemos su lenguaje amoroso y respondamos con igual amor y respeto.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento