Siendo nosotros también sencillos de corazón, podremos entender por qué los "últimos", los pobres, los humildes y sencillos, tienen un sitio preferente en el corazón de Dios. El engreimiento y la arrogancia cierran la puerta al amor. (Padre Manolo Morales o.s.a.M)
Estas personas, a menudo invisibles para la sociedad, sostienen silenciosamente la ostentación de los vanidosos con gestos discretos y corazones generosos.
La persona sencilla no necesita impresionar; conmueve, transforma y enseña con su autenticidad.Valorar a estas personas es reconocer que la verdadera nobleza reside en la dignidad de quien vive con rectitud.
Honrar a los sencillos y humildes, es decir con acciones y palabras: “ustedes importan”, “ustedes tienen valor”
Que sepamos entonces, reconocer y honrar la sabiduría que surge de la experiencia vivida y de la fe cultivada en silencio.
Sobre todo, Jesús afirma que todo lo que hacemos a los más pequeños, se lo hacemos a Él. (Cf. Mt. 25,40)
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento