La amistad nace de un encuentro sincero entre corazones que se acogen tal como son. Y, por eso mismo, merece ser preservada con paciencia y verdad.
En los días difíciles, un verdadero amigo permanece, escucha, abraza y, a veces, simplemente está presente, y eso basta.
Cuidar la amistad requiere tiempo, diálogo, la humildad para pedir perdón y grandeza de perdonar. Significa saber ceder, comprender al otro, acompañarlo incluso cuando nuestros caminos internos son diferentes.
La verdadera amistad perdura porque se construye sobre la roca del respeto, de la confianza y del amor gratuito.
Custodiar la amistad también significa custodiar lo mejor de nosotros mismos. Porque los verdaderos amigos nos ayudan a recordar quiénes somos.
Que sepamos valorar más los vínculos que las diferencias y que no dejemos que el orgullo hable más fuerte que el cariño.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento