Dar amor a los pobres es más que un gesto de caridad; es un acto de justicia, de reconocimiento de la dignidad que habita en cada ser humano.
El verdadero amor no se limita a la compasión distante, sino que se hace presencia, cercanía y compartir.
Cuando miramos a los pobres con los ojos del corazón, descubrimos que no son simplemente personas que carecen de algo, sino personas que revelan nuestra propia fragilidad y nuestra dependencia mutua.
Dar amor a los pobres es aprender a reconocer la presencia de Jesús en quienes sufren, en quienes piden, en quienes esperan.
Amar a los pobres es compartir tiempo, atención y respeto. Es caminar juntos, sin juzgar, reconociendo que todos somos pobres en algo, todos necesitamos amor y cuidado.
Quien da amor a los pobres, da amor a Dios mismo, que se hizo pobre para enriquecernos con su presencia y su gracia.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
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