Que, como todas las artes, se aprende con la práctica. Un pequeño sacrificio, una palabra amable, un gesto conciliador... son pequeños ejercicios de paz. Y cuidar nuestra vida interior, nuestra relación con Dios, la primera fuente de paz. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Así como el cuerpo necesita ejercitar constantemente para mantenerse sano, el espíritu también necesita entrenamiento diario para cultivar la serenidad, la empatía y el equilibrio interior.Ejercitar el arte de la paz significa actuar con serenidad, incluso ante las provocaciones. Es demostrar armonía en los pequeños gestos: en el tono de voz, en una mirada acogedora, en palabras que reconfortan en lugar de herir.
Es un camino de práctica continua que requiere humildad para reconocer los propios límites y valentía para cambiar lo que necesita ser transformado.
Cuando ejercitamos el arte de la paz, no solo encontramos tranquilidad interior, sino que nos convertimos en instrumentos de paz en el mundo que nos rodea.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento