Incluso detrás de las divisiones sufridas en la Iglesia de Cristo, decía J. Pablo II, es posible ver una oportunidad para descubrir las múltiples riquezas del Evangelio vividas por unos y otros. Aprendemos todos y nos valoramos. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Recuerdo lo que decía Chiara Lubich, fundadora de los Focolares: "Todas las personas son candidatas a la unidad". Por tanto, no podemos excluir a nadie. Sin importar la fe que profesa y la cultura en la que vive. Todos estamos llamados a participar en un mundo más fraterno.
Jesús no pidió menos que esto en su última oración dirigida al Padre antes de su pasión y muerte: "Que todos sean uno, como tú y yo, Padre, somos uno". (Cf. Jn. 17:21)
Aunque sea diferente a nosotros, el otro es siempre un prójimo que debe ser amado.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento