El tiempo es de Dios, no es nuestro ("¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?"). Nuestro es este momento: para vivir, amar, sembrar... Y que todo crezca y florezca a su hora. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Sólo aprendemos a esperar cuando sabemos discernir cuál es la voluntad de Dios para nosotros en cada momento. A partir de esto, no sólo aprendemos a esperar, sino que también aprendemos a aceptar cuando la respuesta y la voluntad de Dios no coinciden con la nuestra.
¿Cuál es la manera de lograrlo? ¿Qué estrategia se debe utilizar? Solamente el amor.
A quien me ama, yo me manifestaré. (Cf. Juan 14,21)
Cuando amamos al prójimo motivado por el deseo de amar a Dios, poco a poco perdemos nuestra autosuficiencia y descubrimos la presencia de Dios en nosotros.
Entonces aprendemos a saber esperar Su tiempo.
Externamente somos vistos como personas libres, seguras y autosuficientes. Pero, en el fondo sabemos que todo depende completamente de Dios.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento