Es un ejercicio de fe y atención amorosa. Porque Dios está, pero respetuoso, esperándonos, como "escondido". Ocurre en nuestra propia historia ¡Cuántas cosas va haciendo Dios en nosotros y tal vez ni nos enteramos! (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Hay dos elementos básicos que nos enseñan a reconocer la presencia de Dios en cada prójimo. El primero se encuentra todavía en la creación cuando Dios dijo: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza" (Gen 1,26); El segundo está en las palabras de Jesús: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo" (Mt 25,40).
Reconocer esta presencia cambia nuestra actitud hacia todos. Y cuando este descubrimiento se hace con alguien que está muy lejos de Dios, tiene un valor aún mayor, ya que puede llevar al otro a descubrirse como tal, como fuente de Dios.
Cuanto más el otro está desfigurado por las circunstancias de la vida y por el pecado, más valioso es el descubrimiento para él y para nosotros.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento