No solo el monte, los mares y los ríos. Nosotros, cuerpos y almas, somos naturaleza, que veremos a menudo herida, y sufriremos. Porque toda ella gime a la espera de su sanación total. Y llegará. Porque el amor todo lo puede. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Miramos con asombro la naturaleza que nos rodea, su exuberante belleza y perfección, los ecosistemas, el cosmos y su infinita armonía, la complejidad y belleza del ser humano. Sin embargo, no siempre nos acordamos de agradecer a Dios por todo esto, de agradecer sobre todo por el don de la vida.
Agradecer también los misterios que para nosotros son insondables e incomprensibles, agradecer y pedir su sabiduría para aceptar con fe aquello que no alcanzamos con la razón.
Agradecer por el amor que cubre toda la creación, que es su motor, su equilibrio y su fuerza generadora de dones, de bienes y armonía.
El amor de Dios está por encima de cada cosa y de cada ser, rebosante de colores, aromas y sonidos que tocan nuestros sentidos y nos hacen uno con Él.
Todo eso nos hace descubrir la naturaleza como regalo de amor.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento