Cuando practicamos la solidaridad, vamos más allá de las diferencias y construimos puentes de compasión.
Ser solidario significa estar presente para el otro, ya sea en momentos de dificultad o simplemente ofreciendo el apoyo que necesita en el momento.
La verdadera solidaridad no exige grandes actos heroicos, sino pequeñas acciones cotidianas, como una sonrisa, una escucha atenta y una palabra de aliento.
Cuando las personas se unen para ayudarse mutuamente, crean un ambiente de colaboración y justicia, que se manifiesta de muchas maneras: fortaleciendo los lazos sociales, reduciendo la desigualdad, promoviendo el bienestar colectivo e inspirando nuevas actitudes.
La solidaridad es la generosidad de Dios que inspira a los seres humanos.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
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