El amor verdadero requiere tiempo, comprensión y, sobre todo, paciencia para crecer y fortalecerse. Es el arte de saber esperar, de aceptar los altibajos y de cultivar las relaciones sin prisas.
Quienes aman de verdad entienden que cada persona tiene su propio ritmo, que cada relación tiene su tiempo y que la paciencia es la clave para construir algo duradero.
La paciencia empieza por amarse a uno mismo, con la aceptación de los límites, con la persistencia y volver a empezar después de cada caída, con la fuerza de voluntad para querer progresar en el amor por uno mismo y por cada persona.
La paciencia se enfrenta sobre todo a la debilidad del otro, que debe superarse con un amor reforzado, para que no se convierta en un obstáculo en el progreso de ese mismo amor.
Ser paciente no significa quedarse quieto, sino actuar con sabiduría, aceptando el ritmo natural de las situaciones.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
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