Ser tolerantes no significa ser indiferentes a la verdad. Pero de esa verdad no somos poseedores sino sus buscadores y servidores. Y eso se hace poniendo lo primero el respeto y el amor a las personas, la escucha, el buen corazón. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Muchas veces, la intransigencia nace del miedo a ceder, a parecer débiles o a perder el control. Pero, en realidad, la fuerza reside en quien sabe aceptar lo diferente y buscar el diálogo incluso ante los desacuerdos.Para superar la intransigencia, es necesario ser humilde. Saber reconocer que no somos dueños de la verdad y que el otro también tiene algo que enseñarnos. Exige valentía para ceder posiciones, dejar atrás el orgullo y construir cercanía donde hay distancia.
En la vida cotidiana, esta superación se manifiesta en gestos sencillos: ceder en un conflicto familiar, escuchar con atención a quien piensa diferente, pedir disculpas cuando cometemos un error.
Cuando elegimos la apertura en lugar de la cerrazón, el amor en lugar de la rigidez, damos espacio para que Dios actúe en nosotros y a través de nosotros.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento