Ellas "testifican" el grado de verdad y fortaleza de los lazos que nos unen. Porque, aunque Dios Padre nos ha dado un corazón de hermanos, inclinado a la solidaridad, también el egoísmo se encarga de cubrirlo con la indiferencia y la distancia. (Padre Manolo Morales o.s.a..)
La invitación de Jesús a tomar nuestra cruz y seguirlo no impide que la compartamos entre nosotros.
De hecho, lo que Dios quiere enseñarnos a través de su Hijo Jesucristo, es que debemos amarnos, compartiendo nuestras alegrías y dolores. Viviendo unos por los otros, tratándonos como hermanos sin distinción de raza, color, posición social, religión, nacionalidad, edad o ideología.
El compartir es completo cuando dividimos los dolores y dificultades, cuando ponemos en comunión nuestro ser y no sólo nuestro tener.
Cuando llegamos hasta el punto de compartir nuestras dificultades, es porque estamos en el camino correcto, y sin duda, Dios está presente entre nosotros.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento