Virtud necesaria para acercarnos a Dios y para convivir fructuosamente entre nosotros. La soberbia nos llena de nosotros mismos y nos hincha; la humildad es amor que "no se engríe", busca el último lugar y solo pretender servir. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Nada es más liberador que un pedido de perdón.
Pedir perdón exige más humildad que perdonar, porque debemos reconocer nuestro error.
Pedir perdón es lo mismo que querer recomenzar, corrigiendo nuestros errores recomponiendo lazos rotos por nuestras faltas.
Incluso cuando pensamos que tenemos razón, disculparnos es igual de liberador, pues en nombre de la justicia, muchas veces lastimamos a las personas al juzgarlas desde un único punto de vista o por la apariencia, sin tomar en cuenta sus cualidades.
Todos somos iguales, tenemos defectos y cualidades, nadie está por encima o por debajo de nadie. Y ser humilde hasta el punto de tener el coraje de pedir perdón, refuerza las relaciones trayendo beneficios para todos.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento