San Agustín rezaba: "Señor dame lo que me pides y pídeme lo que quieras". Pesan sobre nosotros constantemente nuestros defectillos, nuestros pequeños vicios y no es posible sin la gracia de Dios vivir como hijos suyos. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Tenemos un amigo invisible que tiene fuerza, luz, sabiduría, comprensión de todas las cosas, conocimiento de las complejidades de Dios, que puede forjar en nosotros la más sublime oración y el celo por las cosas de Arriba.
Él nos acompaña desde siempre y para siempre. Sin embargo, sólo se manifiesta a quien ama, a quien practica la caridad, a quien vive la misericordia y la compasión por su prójimo.
Si todos conocieran de sus consuelos, no dejarían de amar ni un solo minuto.
Si todos entendieran de su fuerza, recurrirían a Él más a menudo.
Es como una suave brisa, como un calor que calienta el alma.
No hay palabra que lo defina y ningún símbolo que lo represente, pero un corazón que ama, escucha su voz y camina en su luz.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento