Cualquier grupo de personas: una familia, un grupo de amigos o un equipo de trabajo, puede convertirse en una comunidad fraterna cuando allí se vive el amor recíproco.
La familia, en primer lugar, debe dar testimonio de fraternidad, eliminando las malas influencias del individualismo y del egoísmo.
Entre amigos, no es diferente: debemos vivir unos por los otros, creando lazos de amistad sincera y verdadera que preparan a cada uno a estar dispuestos a dar la vida en el servicio a los demás.
En las asociaciones, en las comunidades de nuestras iglesias, en el ambiente de trabajo, podemos llevar el espíritu de fraternidad, que hace a todos una sola cosa, una familia, hijos de un único Padre.
Apoyarnos mutuamente, consolarnos en los momentos difíciles, edificarnos con palabras de aliento, de apoyo y de afecto fraterno.
Donde hay fraternidad, prevalece la alegría.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Para así permanecer en Dios y que Dios pueda permanecer en nosotros. Dios es Amor. En la división y la discordia ni está Dios ni está el progreso. “La ley fundamental de la transformación del mundo es el mandamiento nuevo del amor”. (P.M.)