Para ser portadores de la verdadera alegría, que no es ni euforia ni pura diversión, debemos responder a la siguiente pregunta: ¿cómo podemos encontrar la plenitud de la alegría?
La respuesta es una sola: vivir para el bien. Hacer lo que se considera la más grande voluntad de Dios para nosotros: la vida del amor recíproco.
Difundir la idea del “Ámense los unos a los otros” es garantía de felicidad para mí y para los demás, porque donde reina el amor, no gobierna la tristeza.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento