“Ámense cordialmente con amor fraterno, estimando a los otros como más dignos.” (Rm. 12.10)
Al leer la frase de hoy, vi que su inspiración está en este versículo. Pero también recordé un episodio emblemático de dos personajes bíblicos que vivieron bien la estima recíproca. María y su prima Isabel.
Después del anuncio del ángel, María hizo un acto de amor a Isabel yendo a visitarla. Sin duda para ayudarla con las tareas domésticas durante la última etapa de gestación.
Isabel, al recibirla, la saludó con alegría y mucha estima: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!” (Lc. 1,42)
María se quedó tres meses en la casa de Isabel. Debe haber sido un hermoso período de competencia en gestos de amor y de estima mutua entre las dos.
Que la relación entre María e Isabel nos inspire a vivir esa misma competencia entre nosotros, en la que todos seremos vencedores.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Emulación sana para crecer como personas y como grupos! Cuando me alegran los éxitos del prójimo, quiere decir que ha empezado a ser mi amigo. La envidia, el juicio y los celos nos frenan; la mutua estima nos eleva y engrandece. (P.M.)