Un gran amigo y hermano de camino estaba gravemente enfermo y nos unimos a rezar por él.
Ese mismo día tuvo una mejora que nos hizo felices a todos. Inmediatamente pensé: “Dios escuchó nuestra oración”.
Al día siguiente nuestro amigo empeoró y al final de día partió para el Cielo. Mi conclusión fue la que Dios nos decía: “Escuché su oración y les di una señal, pero no era lo que yo quería”.
Nuestra oración sirvió para acompañarlo en su camino hacia el Padre, en su partida de este mundo.
La sensación que me viene en el corazón es que él no sufrió solo y que no partió solo. Muchos lo acompañamos siendo perseverantes en la oración.
Siempre vale la pena orar!
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Cuando unos hijos se empeñan en el odio, la guerra y la destrucción, otros hijos tendremos que acercarnos al Corazón del Padre y levantar así la Familia. Que hoy cada acción nuestra sea un acto de amor a Él. Y se lo declaramos: "Por Ti". (P.M.)