Jesús confió al apóstol Pedro las llaves del Reino. Pero también nos confió a cada uno de nosotros otras llaves.
Con su mandamiento “Ámense los unos a los otros como yo lo he amado”, nos dio la llave de las relaciones verdaderas y auténticas. Relaciones que si son vividas en esa dimensión, traen el Reino de los Cielos entre nosotros.
Las llaves del Reino que el amor posee no conocen barreras, porque podemos amar incluso a los que se oponen al amor.
Podemos concluir que en la vivencia del amor están las llaves de la paz, de la armonía, del perdón, de la alegría plena, de la superación de odio. Es decir, el amor es la llave del Paraíso que ya está aquí en la tierra. Y todos la tenemos al alcance de las manos.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¿Cómo? Limpiando nuestro corazón, desde por la mañana, de egoísmos y pretensiones, y yendo al encuentro de los demás solo para servir y amar, sin "juegos de poder", sin rigideces. ¿No hemos sido antes todos amados así por Dios? (P.M.)