Esta frase está inspirada en el Salmo 34[33],7; ya meditamos sobre ella el día 14 de abril pasado. Hoy quiero hacer otro tipo de reflexión sobre la misma.
Cuando Dios escucha nuestras oraciones y nos libera de las angustias, no necesariamente hace desaparecer nuestros problemas. Él nos da la luz para resolverlos y su serenidad para enfrentarlos.
Con su luz y su paz en el corazón tenemos la fuerza de enfrentar todos los problemas sin angustiarnos.
Hoy, en mis oraciones, no le pediré a Dios que se haga cargo de resolver mis problemas, le pediré su luz y su serenidad para enfrentarlos.
Cuando una situación por la cual rezamos no se resuelve inmediatamente, no pensemos que Dios no nos escucha, sino reflexionemos si no escuchamos su respuesta.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Que algo nos aflija en el cuerpo o en el alma, indica que vamos de camino. Orar es "descansar", serenarse, tomar fuerzas. Vamos bien acompañados. Él ilumina el camino y la meta, alivia el peso y libra de las desviaciones, que son muchas. (P.M.)