No es necesario agradar a la gente todo el tiempo para ser un don de amor para ellos. Solo tenemos que hacer lo que Dios nos pide en el momento presente.
Veamos el ejemplo de María cuando recibió el anuncio del ángel. Ella respondió: “Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho” (Lc. 1.38). Y después, como sierva verdadera, fue a ayudar a su prima Isabel que también estaba embarazada. Cuando ella saludó a Isabel, el niño se regocijó en su vientre y ella comprendió que María era portadora del que sería el Salvador.
Con un simple saludo y con su servicio, María fue un don para Isabel y para todos en esa casa.
Así debemos obrar y ser un don para todos: ser la voluntad de Dios para nosotros en el momento presente. Y su mayor voluntad es que nos amemos unos a otros.
Este es el mejor don que podemos ser para los que pasan a nuestro lado: ser amor.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Ese es el sentido de nuestra vida. Hemos sido creados para "ofrecernos" por amor y cantar el Amor. ¿No es el bebé que nace el mayor regalo del amor? Por muy pobre que sintamos nuestra "florecilla", somos Jardín y Perfume del Amor. (P.M.)