Para dar con generosidad se necesita desprendimiento y compasión. Es decir, ponerse en el lugar del otro y entender la situación.
No importa cuántos bienes tengamos, importa cuan generosos y sensibles somos a la necesidad del otro; importa el desprendimiento, para que lo mucho o poco que tenemos lo compartamos con el prójimo; importa la compasión, que nos hace medir nuestra necesidad según la necesidad del hermano.
Tener generosidad es también pagar una remuneración adecuada por el servicio prestado, es reconocer y valorar la calificación de quienes nos sirven, respetando la dignidad de todas las profesiones.
Ser generoso significa evitar el desperdicio y el acúmulo.
Sigamos el ejemplo de las plantas, que succionan de la tierra solo lo que necesitan, incluso cuando están a las orillas de un río.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Si nos enfrentamos siempre, como Familia humana, a nuestra común debilidad, mañana la fiesta del Corpus y Día de Cáritas, abre nuestros ojos al espectáculo pavoroso de tantas situaciones de dolor e injusticia. ¡Y son hermanos nuestros! (P.M.)