El amor, entendido como servicio a los demás, no tiene exclusividades ni preferencias, ama a todos por igual.
Ahí radica su pureza: no tiene intereses ni pretensiones, ama motivado por su propio amor y no espera nada a cambio.
No se deja influenciar por los afectos, porque sirve tanto a los desconocidos, como a sus seres queridos.
Y aquí sucede un fenómeno especial: cada persona se siente amada de manera exclusiva y única, porque siendo este un amor de naturaleza divina, revela en nosotros nuestra esencia más pura, nuestra semejanza con Dios, que nos hace capaces de amar a cada prójimo.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
No hay distancias: son "prójimos" nuestros quienes sufren la guerra, la falta de fraternidad entre las personas y los pueblos. A "la insistencia diabólica de la violencia", un corazón creyente responde con las "armas de Dios", la oración y el ayuno. (P.M.)