Muchas veces escuche decir “Me cansé de ser generoso!”, generalmente después de una decepción o por la falta de reconocimiento.
Será justo pensar así?
Trato de responder a todas mis dudas aprendiendo de Jesús. De Él se dice en el Evangelio: “Había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Jn. 13,1)
Por lo tanto, la verdadera generosidad nunca se cansa, ama hasta el fin.
Cuando la justicia se hace necesaria, la generosidad la suaviza y cuando predomina la injusticia, la generosidad se multiplica.
Ser generoso es amar siempre. Ser generoso es amar de inmediato. Ser generoso es amar con alegría.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
La generosidad es la florecilla que perfuma y alegra los ambientes, la convivencia, nuestras relaciones. ¿No es hermoso ir más allá del frío cumplimiento, comprometernos hasta el fondo, y elevar la vida amando y sirviendo? (P.M)