La caridad es el amor perfecto. Amor de origen divino muy bien ejemplificado por el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios, en el capítulo 13.
Para Pablo, sin amor, nada tiene valor.
“El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás” (Cf. 1Cor. 13)
Para perseverar en la caridad, elijamos una de estas características para practicarla hoy. ¡Sólo una! ¡Y veremos cuánto logramos avanzar en el crecimiento espiritual!
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Que es el fluir de un amor y una luz que vienen "de arriba" y acogemos a fuerza de fe y voluntad. Ello nos habilita a "poner amor donde no hay amor", a crecer como arbolillos "al borde de la acequia", dando fruto, sin jamás "marchitarnos". (P.M.)