El amor de Dios se manifiesta en todo momento, pero no siempre nos damos cuenta. Para percibirlo es necesario que estemos en una actitud de amor, de lo contrario pasará desapercibido o atribuiremos los hechos ocurridos en nuestra vida a la simple casualidad.
Cuando vivimos en una actitud constante de amor y entrega, todos los acontecimiento se traducen como la manifestación del amor de Dios por nosotros. Tanto los acontecimientos alegres como los momentos de dolor.
Tuve un amigo que cuando supo que tenía una enfermedad incurable, dijo: “La gracia de Dios me ha visitado”
Creo que solo tuvo esta percepción porque siempre vivía en el amor.
Cuando vivimos en el amor, descubrimos que Dios nos ama inmensamente y revela su amor en pequeños y grandes hechos del día a día
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Es una experiencia que cada día puede hacer libremente el corazón. La fe sencilla sabe que ese Amor se esconde detrás de cuanto nos sucede; que Él "ve nuestras penas y trabajos y los toma en sus manos"; vive, sufre y se alegra con nosotros. (P.M.)