Los terribles dramas que vive el mundo pueden volvernos fríos y apáticos ante la Navidad. Pero no festeja la Navidad un mundo pacificado, sino el Amor infinito de Dios que viene y sigue creyendo en nosotros. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
No basta con estar informado sobre el dolor del otro. Esa información debe tocar mi corazón para que Dios me dé la gracia de vencer el abismo de la indiferencia que pueda existir entre las demás personas y yo.
De hecho, conocer a una persona no es simplemente cruzarse en su camino o estar presente en el mismo lugar. Puedo ser una presencia viva, que escucha, que "se hace uno", que se pone en su lugar para vivir juntos los dolores y las alegrías. Abolir la indiferencia significa muchas veces apagar la televisión, el móvil, el ordenador para estar con el otro. Establecer una relación fraterna, en la que ambos se sientan acogidos.
No puedo cambiar el mundo entero, pero con pequeños gestos de amor puedo cambiar el mundo que me rodea.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento