Cuando creo que lo que Dios quiere de mí, es lo que, en el fondo, yo querría si tuviera el conocimiento que Él tiene, todo mi afán es descubrir y realizar esa voluntad divina. No es verdad que "solo yo sé lo que me conviene". (Padre Manolo Morales o.s.a.)
En esta frase del Evangelio de Juan tenemos la clave para discernir lo que Dios quiere de nosotros en el momento presente: amar.
El amor ilumina y, por tanto, nos hace comprender cuál es la voluntad de Dios en cada momento.
Otra estrategia muy eficaz es vivir la humildad. Buscar consejo de alguien con experiencia, comparar nuestras ideas, proyectos y dudas con otras personas.
Cuando tengo dudas sobre una decisión, o sobre la elección entre dos posibilidades, ambas positivas, trato de intensificar mi amor al hermano y alentar la oración, poniéndome enteramente en manos de Dios.
Las circunstancias pueden ser una manifestación clara de la voluntad de Dios.
La mayor dificultad, a veces, no es tanto discernir la voluntad de Dios sino aceptarla cuando parece diferente a la nuestra.
Cuando adherimos, ella pasa a ser también nuestra y todas las dudas desaparecen.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento