Cuando, en nuestra escala de valores, Dios y su voluntad no son lo primero, somos nosotros quienes perdemos. Con Él, que es la solidez del Amor Eterno, lo que no muere, la vida entera se nos beneficia, y somos fuertes. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Podemos adorar a Dios con alabanzas, bendiciendo y exaltando Su nombre y con muchas otras expresiones de adoración.
Sin embargo, debemos recordar una cosa muy importante: "Me gusta la misericordia, más que las ofrendas". (Mt 9,13)
Esta frase de Jesús nos sitúa en la actitud correcta de adorar a Dios: con adoración, pero también con actos concretos de amor hacia el prójimo.
Después de amar y servir a Dios en el hermano, meditar la inmensidad de Dios y adorarlo, se convierten en un momento de gran unión con Él.
Adorar a Dios es penetrar su vida con nuestra vida y abandonarnos completamente a Él, reconociendo y sintiendo en nosotros Su gloria, Su poder y Su inmenso amor.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento