¡Qué mal se está cuando "se está mal", cuando la salud flaquea o las cosas no ruedan con normalidad! Pero no son males definitivos. Sufrir pasa; haber sufrido queda: nos purificamos, maduramos, crecemos. Es nuestra transfiguración. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Cuando vivimos el amor recíproco, atraemos la presencia de Jesús entre nosotros.
Para mí, descubrir esta presencia de Jesús en medio nuestro fue como vivir la experiencia de Tabor: Jesús transfigurado iluminó mi vida y calentó mi corazón.
Esta experiencia todavía se repite hoy y me da valor para afrontar todo lo que sucede. Enfrento todas las situaciones con valentía, sostenido por la luz resplandeciente de Jesús presente en la comunidad.
Le ruego a Dios en mis oraciones que nunca deje que que se apague el brillo de Su luz en mí y entre nosotros, para que yo siempre tenga el valor de enfrentar todo lo que sucede a mi alrededor.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento