El tiempo que le "robamos" a la actividad para retirarnos a pensar y estar a solas con Dios, se lo devolvemos a esa actividad en más ganas y unción, más profundidad y sentido. ¿O no es verdad que "hacemos más" cuando amamos más? (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Este "entrar en la habitación y cerrar la puerta" no es necesariamente una habitación de la casa. Es nuestro íntimo, nuestro corazón, nuestro ser interior, donde podemos estar a solas con Dios y hablarle con sinceridad. Y Él nos escucha siempre.
La meditación es un momento donde silenciamos todas las voces dentro de nosotros para escuchar solo la voz de Dios.
Lógicamente, el lugar también debe ser adecuado, tranquilo y permitir este coloquio íntimo. Puede ser nuestra habitación, puede ser en una Iglesia.
Sin embargo, incluso en el torbellino frenético de una gran ciudad, podemos entrar en nuestro interior y hablar con Dios. Él siempre está disponible.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento