La bondad y el gesto afable de quien no se muestra incómodo ante la presencia del prójimo, sino servidor fraterno, es una puerta de entrada a la Casa que vamos construyendo en la tierra para habitarla por siempre en el cielo. (P.M.)
Dios no hace distinción de personas. Esta frase se repite en muchos libros de la Biblia, pero su significado es muy preciso: Dios quiere rescatar a todos. Por lo tanto, Él realmente no discrimina porque ama a todos sin distinción. Sin embargo, después entra en juego nuestra adhesión.
Esta apertura que Dios tiene con nosotros es la que debemos llevar a nuestra vida. Debemos tener un corazón abierto que acoja a todos sin distinción, poniendo la verdad y la justicia como escudo y el amor como única arma.
Todas las personas, sin excluir a nadie, deben recibir nuestro amor, no por mérito, sino gratuitamente.
Nuestro corazón debe ser una morada que acoja a todos sin hacer ningún tipo de distinción.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento