Chiara Lubich.
Tratar a los enfermos, decía Camilo de Lelis, "poniendo más corazón en las manos"; y en la mente, y en la manera de pensar y actuar. La sabiduría del corazón enseña a humanizar nuestras relaciones. Somos todos vulnerables. (Padre Manolo Morales o.s.a.).
Prestar atención delicada al prójimo es percibir que cada persona lleva consigo sus luchas ocultas, y que una mirada atenta, un simple gesto o incluso un silencio respetuoso pueden convertirse en un bálsamo.
A menudo, no podemos resolver el problema del otro, pero podemos ofrecer una presencia que no juzga y que transmite solidaridad.
Esta delicadeza exige una pausa para bajar el ritmo y escuchar de verdad, ver los detalles y respetar los límites. Y, al mismo tiempo, requiere valentía, porque acercarse con atención y cuidado puede exponernos al dolor y la fragilidad del otro.
Es en este encuentro donde florece la verdadera humanidad, esto es, reconocerse en el otro y dejarse conmover por su necesidad.
Quien acoge con atención delicada, crea espacio para que florezca la confianza y la esperanza.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento