Abiertos para preguntarle, por ejemplo, con franqueza: ¿Qué me quieres decir con este cambio de programa, con esta circunstancia, con la reacción de esta persona...? Y Él, "que hace nuevas todas las cosas", pone luz en mi corazón. (Padre Manolo Morales o.s.a.).
Estar abiertos a las sorpresas de Dios es cultivar un corazón humilde, disponible y confiado. Es aceptar que no siempre las cosas suceden según nuestra lógica, sino que, en el fondo, todo contribuye para el bien de quienes confían y aman a Dios (Cf. Rom. 8,28).
Cuando nos dejamos guiar por estas sorpresas divinas, descubrimos que la vida adquiere un nuevo sabor: el de la esperanza que renace, de la fe que madura y del amor que se expande más allá de nuestras fronteras.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento