Puesto que todo en mí es "recibido"(la vida, la fe, la familia...), mi vida debería ser una continua acción de gracias. Y, cuando asoman las quejas -¡que asoman!-, se despierte y prevalezca en mí ese corazón agradecido que sabe verlo todo.
La gratitud cambia nuestra perspectiva de la vida. Cuando reconocemos el bien que recibimos, incluso en las pequeñas cosas, nuestro corazón se abre y nuestra alma encuentra serenidad.Expresar gratitud no es solo decir "gracias", sino dejar desbordar en actitudes el reconocimiento por el amor, por la vida, por la creación y por las personas que caminan a nuestro lado.
La gratitud nos ayuda a ver que nada es totalmente fruto solo de nuestro propio esfuerzo, sino también del cuidado de Dios y del apoyo de quienes comparten nuestro camino.
Cuando cultivamos la gratitud, nos volvemos más humildes, más conscientes y más felices.
Que hoy podamos expresar nuestra gratitud no solo con palabras, sino también con gestos de afecto, de compartir y de servicio.
La gratitud transforma todo lo que tenemos en suficiente. Y sentimos la necesidad de agradecer.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento