Inmerso/a como estoy en mis propios problemas y preocupaciones, puede sonarme demasiado lejano ese grito. ¿Y podré olvidar que ellos, los más empobrecidos y vulnerables y descartados son familia mía, hermanos míos? (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Dios nos ama gratuitamente y nosotros también debemos amar gratuitamente. Por tanto, debemos preferir a aquellos que no pueden retribuirnos en nada, los más débiles, los últimos.
Podemos defenderlos de las injusticias o ayudarlos en las situaciones difíciles.
Los últimos no siempre significan los más pobres. Podría ser alguien que está en la ignorancia o no tiene acceso a sus derechos; puede ser alguien que depende de nosotros de alguna manera: un niño, un anciano o un enfermo; o incluso, alguien que necesita de oraciones o de una ayuda espiritual.
De todos modos, si estamos atentos, siempre habrá alguien que esté en condición de último en algún aspecto y a quien podemos escuchar el grito, su pedido de ayuda.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento